Esta semana, he seguido con mis
clases. La verdad es que a medida que van pasando los días, me voy encontrando
más a gusto. Estoy disfrutando mucho de
la experiencia. Me encanta explicar y ver cómo los alumnos prestan atención
a lo que digo. Aunque muchas veces no todos lo hacen.
La verdad es que el grupo al que
estoy dando clase es un grupo peculiar. En primer lugar, se juntan alumnos de
dos grupos diferentes, 3º ESO A y F. Además, muchos de los alumnos muestran
poco interés por aprender y prestar atención a lo que digo. Quizás es porque
sean repetidores, o porque las matemáticas, como dicen ellos, no es lo suyo.
Pero yo me he propuesto abrir la clase a todos ellos, e intentar “pescar” a
aquellos alumnos que daban las matemáticas por abandonadas. A ver cómo sale.
Haciendo un análisis más técnico,
veo que el nivel de la clase es muy dispar. Hay alumnos que son muy espabilados
y cogen las cosas a la primera, aunque a veces pecan de tener fallos por
despistes que se podían evitar. Hay otros a los que le cuesta más, pero que son
más cuidadosos con los pasos que hay que seguir a la hora de resolver un
sistema o plantear un problema.
Más de la mitad de los alumnos no
hacen las tareas que mando, y así es muy complicado avanzar, así que he
decidido dar un poco más de peso a la parte de trabajo del día a día y la
atención y actitud en clase. Creo que puede ser buena idea, ya que les ha
sorprendido gratamente que a los que han hecho el trabajo se les califique
positivamente.
Esta semana hemos recibido una
reunión con Laura Paco, la encargada de la Xarxa
de libres. Y nos ha contado cómo funcionaba el programa. La verdad es que
me ha encantado conocerlo y ver la implicación que hay por parte de algunas
profesoras. ¡Así da gusto!
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